19/5/09

Mudos por elección

"Ruta de la efedrina y lectores desinformados", es el título de un pequeño informe de DsD, acerca del tratamiento que vienen haciendo algunos medios del caso y la vinculación de De Narváez en él.

Robo y pego:

"Para que un lector tenga información completa sobre la causa denominada “Ruta de la efedrina” que involucra (sólo como testigo) a Francisco de Narváez, debió haber leído cuatro diarios. La cobertura que cada matutino decidió hacer sobre el tema implicó o bien ocultar algunos datos, o bien editarlos de manera sesgada. Un claro caso de desinformación.

Clarín decidió no publicar mayor información sobre el tema, sino “seguirlo por detrás” sobre la base de las repercusiones. La Nación, temeroso de que el tema pueda provocarle un daño político a un adversario del Gobierno, editó de manera favorable a De Narváez. El jueves pasado publicó como segundo título de tapa “Segovia dice que le pidieron involucrar a De Narváez”, haciendo propia una movida del abogado Mariano Cúneo Libarona (al que el diario calificó apenas como “pícaro”).

En el análisis de la información, el editor Martín Rodríguez Yebra intentó equilibrar la carga: dijo que podría tratarse tanto de una movida del Gobierno para perjudicar a un competidor, como de una de De Narváez para victimizarse, sin dar mayores precisiones. El diario no ofreció a los lectores dos datos que luego deslizaría Perfil el sábado y Horacio Verbitsky publicaría en Página el domingo: Cúneo Libarona también sería abogado de De Narváez y de José Luis Manzano por el Grupo América. Finalmente, Joaquín Morales Solá hizo el domingo una defensa explícita de De Narváez.

En su nota, Verbitsky también afirmó que el polémico letrado sólo intervino en la causa para realizar la maniobra y luego se abrió dejando otra vez la defensa en los abogados que iniciaron la causa. Perfil y Crítica (en una nota de Diego Schurman) también señalaron que “El rey de la efedrina” se habría molestado por la “maniobra” urdida por Cúneo Libarona.

En concreto, más allá de las interpretaciones políticas, la información en torno al caso sólo estuvo disponible para los lectores en Página y, en menor medida, en Perfil. Por sesgo u omisión, Clarín y La Nación desinformaron."

Clarito como el agua. Después dicen que las mordazas se la ponen a la prensa los políticos...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

impecable la síntesis.
capaz que Clarín lo levanta de acá

_Ariel_ dijo...

Bahia: ultimamente lo unico que levanta Clarin son sospechas...
Saludos

luzbelita dijo...

Esto lo escribio mi amigo tato, para compartir


Vergüenza perdida

Les pido un favor, denme una manito. Sucede que yo no sé defender, soy regular para atacar y muy empeñoso en el arte afectivo de cuidar y con diferentes resultados. Pero mi defensa es como la de Independiente.

Este lunes le pegaron a un amigo, lo acorralaron con artes mañosos y lo hicieron muñeco de reproches, críticas y agravios, con fundamentos llenos de prejuicios, con la insidia que aceita hoy a la mayoría de los medios de comunicación, especialmente los medios concentrados.

Y la verdad no sé como hacer para presentar una defensa, solo se me ocurren puñetazos al viento. Porque la desvergüenza es inasible y por lo tanto intangible y entonces no se le puede atinar un ataque. Los empleados de Hadad, por ejemplo, señores de diferentes profesiones, de intelectualidad mediocre, de afectaciones falsas y de moral difusa, se escurren en la viscosidad de su propia indecencia cuando uno pretende tomarlos.

La señora Giudici, diputada nacional, como otra muestra, pobre mujer que transita la irresponsabilidad política con la misma inercia que la expone en el caso “Cromagnon” en calidad de desvaída silueta tanto como la punta de lanza legislativa contra la ley de democratización de la palabra pública, laborando aquí a favor de los monopolios. En ambos casos un personaje de medianía absoluta, si es que vale el contrasentido.

El constitucionalista Gregorio Badeni, sosten legal de ADEPA, núcleo reaccionario con formato de organización de prensa, histórico colaboracionista de los golpes militares y defensor a ultranza de la institucionalidad legal de la dictadura en materia de medios, defensor de Antonio Buzzi y de Edgardo Patti, tanto como del orden legal impuesto por la 22285.

Y el “Grupo” que se expone como pista de despegue de estos obuses, con el candor y la inocencia de las madamas, como si se estuviese hablando de un asunto que no lo involucra como factotum y actor principal de los intereses en juego.

Entre todos se han escandalizado públicamente porque un joven militante, intelectual, académico, realizador cinematográfico, amante del tango y del box, peronista cultural y buena persona, relató en el relax de una entrevista que fue, a los 22 años, gerenciador de una radio “trucha”.

El pecado pasó de venial a mortal por decisión de oportunidad y no hay Dios consultado.

Durante más de veinte años los argentinos hicimos crecer un sistema mediático alterno y en contradicción con las malformaciones que la década de los noventa producía fuera de políticas concentradoras y privatizadoras. La palabra pública, igual que los ferrocarriles, las aerolíneas, el gas, la minería y los teléfonos, se enajenaba de su raíz original. Muchos, por aprovechamiento tecnológico, le pusimos el pecho a esa corriente, y construimos un espacio alternativo al hoyo simbólico que se tragaba todo. Lo hicimos con riesgo y con amor, como todas las cosas que tienen bondad de origen. Mientras dábamos esa batalla, los gendarmes del silencio nos denunciaban y perseguían blandiendo nada más y nada menos que la ley de la dictadura, un agravio adicional en medio de la democracia sangradamente recuperada.

Éramos radios truchas.

Ahora, veinte años después, la misma descarada reacción, el mismo oprobioso estigma, pretende pringar la voluntad política de los hombres que empujan la creación de un marco legal de la democracia para la comunicación audiovisual, una ley construida y consensuada, en recabo de la experiencia internacional con vistas a reinstaurar la cuestión de la comunicación en el seno de la cultura.

Es demasiada infamia a la que no se puede devolverle solo silencio,
Una mano entonces les pido, yo que no sé defender, para darle amparo a una vocación legítima y a una necesidad fundante para el orden institucional de la Argentina.
No dejemos sin censura social y sin respuesta a semejante mendacidad.

Ley de medios ya. Tratamiento parlamentario ya. Hablemos para recuperar la voz.

_Ariel_ dijo...

Lubelita, hablas de Mariotto? Creo que se esta defendiendo bien, y no solo.

Comparto todo lo que decis, pero con una salvedad: la difamacion de esta prensa tiene las patas cada dia mas cortas.

saludos