La neutralidad es un bache en el cual saben caer varios periodistas, en su afán de saltar ese otro bache retórico que es la objetividad. Uno los escucha alegar, empujados en algunos casos por buenas intenciones: “el periodismo objetivo no existe, es una truchada. Pero sí podemos ser neutrales en los análisis”.
Pienso eso, que por esquivar un bache caen en otro. Nos costó muchísimo sacarnos de encima ese latiguillo de la objetividad, heredado de periodistas recostados en escalas de valores que jamás osaron poner en duda. Pero aquel paradigma de la buena prensa, no es derribado del todo, gracias a la existencia de esta muletilla de la neutralidad.
La neutralidad del periodista es funcional a los poderes establecidos, y por lo tanto, uno que ha estudiado la carrera con algo más que ganas de diferenciarse del derecho, la medicina o la arqueología en cuanto a forma de ganarse el pan, debe escapar de ese canto de sirena. Bueno, eso es lo que uno intenta, con el riesgo/destino de no pertenecer jamás a las mejores divisiones, regionales o nacionales.
A ver si me explico: para mí, el periodista tiene que obedecer a su corazón y jugarse por un proyecto, cuando sospecha que lo hay. Y eso es lo inherente a su profesión, no la neutralidad. También es renunciar al pedestal de los limpios, ocupado siempre por las personas que optaron por salvarse a sí mismas, salvando a su buen nombre.
No recuerdo qué pensador decía que algo así como que “el sistema te ficha” cuando tu opinión es pública. Y por eso el sistema vive preguntando a través de los medios sobre posturas ante un determinado tema, no importa cual sea. Para descartarte del podio de los tipos con miradas certeras, democráticas y desinteresadas. Los periodistas intentan escapar de la trampa del apoyo a una gestión, pero caen dócilmente en la otra trampa, la de pertenecer a un podio que también juega su rol.
Y yo, que leí el 0.5 por ciento de lo que han leído otros, sospecho que en el elogio de la neutralidad del periodismo se esconde una elección (ingenua o deliberada) por el que más tiene. Dicho de otra manera: la neutralidad no está en el medio, es un valor de la derecha. O, peor aún (peor porque es más sutil): es un simpático valor que siempre le hace el juego a la derecha.
Está claro que uno elije, siempre. Pero me consta que hay periodistas que, guiados por el engañoso afán de contemplar el sentido de la legalidad y lo correcto en todos sus análisis, terminan, a la corta o a la larga, favoreciendo la inequidad.
La búsqueda de la neutralidad y de esa “mirada distante” de los acontecimientos, es tan jodida como la mentira y la toma de partido por posiciones de privilegio. Me animo a decir que es aun más peligrosa, porque es engañosa y esquiva a la comprensión del destinatario.
Y todo este verso, es para decir que me hago popó en los periodistas bienpensantes cuyos nombres todos saben, y que me tienen las que te dije por el piso con sus posturas que se pretenden superadoras y en realidad son un canto al egoísmo y al onanismo profesional. Defectos disfrazados de virtudes que sirven siempre, inexorablemente, a las construcciones políticas de las derechas.
2 comentarios:
El de "el sistema te ficha", si mal no recuerdo, era Roland Barthes.
Gracias G-Fer, ese mismo. Ahora que lo mencionas recuerdo que Dolina sabe referirse a eso.
saludos
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