La denuncia de Leuco contra Lucas Carrasco viene con retraso si vemos cuándo fueron las "amenazas", pero se da en las mismas horas en que el gobierno nacional presenta una denuncia contra directores de importantes medios por lo que sospecha una apropiación ilegal de Papel Prensa, mediante delitos de lesa humanidad. La construcción de un discurso que ubica el gobierno en la vereda de enfrente de la "prensa libre", necesitaba el ladrillo de Leuco.
El periodista, antes de encarar la denuncia más ridícula de la que se haya escuchado hablar en los últimos años, sabía que tenía asegurada la propaladora (devaluada, pero gritona al fin) de los diarios denunciados, los más leídos del país.
Pero esto es, en todo caso, una anécdota. Una opereta más de un periodista amigote de las operaciones berretas. Hay algo mucho más rico e interesante a analizar detrás de todo esto. Novedades que vienen a certificar varias cosas que se hablan desde unos años atrás.
Una de ellas, es la muerte definitiva de una forma de imponer agenda en la política diaria. Y por consiguiente, el nacimiento de otra. Se sabe que una forma de agenda ya no va, cuesta horrores. Dos años atrás, el precio del tomate se sostenía en agenda durante dos o tres semanas sin que nadie ni nada lo bajara. Las declaraciones de políticos y funcionarios y los informes mediáticos, giraban en torno a su colorada urgencia. Hoy (da hasta cierto miedo comprobarlo) no hay un solo tema capaz de sostenerse más una semana, mediante la confluencia de los regimientos Clarín, La Nación y las radios rebotes.
Pero decía que asoma otra forma de escupir temas, y por lo que se ve, toma prestadas herramientas muy utilizadas fuera el periodismo político, dentro de la farándula. Se trata de nutrir a la agenda con fuegos artificiales de escasa duración pero rápido impacto. Nada de investigaciones profundas; nada de análisis pesados; nada de fuentes confiables, ni de las otras. Si están, bien, pero no son necesarias. Periodismo sentado, que todo está allí, al alcance de la mano. Sólo hay que refritar los hechos, reinterpetarlos, inventarlos si es preciso, magnificarlos. No importa el tamaño de su importancia. Importa sólo la efímera pero atractiva luz de sus fuegos artificiales.
Y menos importa aún que los planteles de las redacciones se la crean. Recordemos: el periodismo, concebido como un oficio con reglas más o menos rígidas, convencionales, ha muerto. Por lo tanto no es válida, entre otras obsolescencias, la reunión de redacción para sopesar ideas sensatas. Como hace unos años dejaron de ser necesarios los correctores, ya no operan ciertas reuniones, y luego no será necesaria la experiencia y el buen hacer en el oficio. Las reglas son otras y vienen de un tipo de “periodismo” que se sacudió los pudores hace tiempo, vienen del lado de la tele. Obvio: si vamos a un periodismo multimedia, ¿cómo no iba a colarse en las redacciones la impronta de las mañas televisivas?
Miremos la historia de Tinelli, el tipo más "exitoso" del momento. Observemos su derrotero, su aprendizaje del oficio y saquemos conclusiones: cada vez mayores audiencias con menos esfuerzo.
¿"Sketchs"? ¿Qué es eso? Prehistoria. Con un caño, prensa y famosos, hay contenido entretenido para todo el día. Hoy la producción no es "creación", sólo es "organización". Trasladalo al periodismo, cuyas empresas tienen las mismas necesidades y deseos de cualquier Marcelo SA.
Lo que digo es que hay en el periodismo que podríamos llamar tradicional un aprendizaje: el esfuerzo y el rigor no dejan dinero. Con periodistas arriesgados y getones, se logra más. Si se investiga, se corre el riesgo de no publicar un tema. O publicar un tema que no vende. La barrera de contención que eran La Nación, Clarín y, digamos, buena parte de la prensa gráfica, ha bajado sus pantalones a los códigos televisivos.
El tema Leuco/Carrasco es posible porque la prensa gráfica necesita fuegos artificiales todos los días. Insisto, no digo 10, no digo 5… apenas 2 años atrás el tomate hacía ronchas. Hoy es tema de una hora. Drácula pide sangre (no calidad sino cantidad industrial) y hay que salir a buscar donde sea. Si los blogs ayudan a eso, enhorabuena. No les importa que sus pelotudedeces (porque lo de Leuco, lo es, se mire por donde se mire) fortalezcan el crecimiento de los blogs. Piensan:
si ya sabemos que ese crecimiento es inevitable, al menos que su novedad sirva para una industria que no queremos obsoleta.La prensa necesita Leucos como un auto combustible. Preparémonos para la multiplicación del lenguaje televisivo y acostumbrémonos a verlo en sitios en los que antes estaba prohibido.
Pero, creo, hay que animarse a mirar este proceso con alegría. Nunca en su puta vida, volverán a imponer agenda. Y, por si fuera poco, dejan libre un espacio importante del periodismo, para que sea usufructuado por otra gente.