8/9/10

Una tapa fatal


Al ver la tapa del libro “Cristina. De legisladora combativa a presidenta fashion”, de Sylvina Walger, nuestros ojos están grabando una identidad de época. La tapa vende fácil un producto deseado en buena parte de la comunidad, como venden los extractos que la prensa elige para promocionar el libro, que van desde golpes en la intimidad a viajes oficiales para elegir lugares donde vivir. En esta película que es la historia, la tapa de este libro es un fotograma imprescindible.

Algún día se va a rescatar la importancia de los mediocres en la historia de los personajes importantes. Algún día, cuando se disipe el humo del presente siempre conflictivo y vertiginoso, se destacará desde las ciencias sociales este pequeño pero significativo acto político/social/histórico que ha cometido la periodista Sylvina Walger. Ha venido a cumplir un rol que otros, en las historias que supieron ser oficiales, ya han cumplido.

Cristina Fernández, primera presidenta electa de los argentinos, necesitaba como protagonista de importantes sucesos, la fatalidad de esta publicación; y también necesitaba que ese fatalismo fuera perpetrado por una mujer.

Por esto, los que apreciamos a CFK, los que la apreciamos en dos de las acepciones de la palabra apreciar (valorar méritos / sentir afecto), no podemos menos que confortarnos ante la novedad de que el libro de Sylvina Walger sea un “best seller” que lleva vendidos más de 100 mil ejemplares. Necesitamos que así sea, porque su injusticia será apreciada mejor con el tiempo. Apuesten lo que quieran a que, más temprano que tarde, varios de los que compraron este libro para satisfacer su anticristininismo lo prestarán a sus amistades con el inconfesable deseo de no recuperarlo nunca más.

Entre otros deméritos, al sentido común que pivotea sobre la lengua fácil del periodismo nacional, le debemos el de destacar rasgos de CFK que un pobre machista de barrio no lograría con tanta eficacia.

Hay en Sylvina Walger, en la tapa de su libro, una imperiosa necesidad de declarar nula de toda nulidad la trayectoria de una mujer destacable. Una necesidad ancestral de cortarle el pito a una presidenta mujer que se niega a ser varón. Porque Sylvina (y las que piensan como ella) cree que toda hembra poderosa lo tiene. Tremendo error, que CFK se ocupa de no cometer.

El problema para estas machistas es la trayectoria, o mejor dicho, el proceso, la vorágine del hecho político protagonizado por mujeres. El devenir que han recorrido algunas les perturba su quietud de computadora. Las perturba tanto que prefieren narrar una historia más clásica, más amable con sus sentimientos, menos dolorosa para ellas y su sociedad: las mujeres que ocupan las máximas instancias de poder, llegan donde llegan y hacen lo que hacen por el arbitrio de situaciones y decisiones ajenas a su voluntad. Tarde o temprano, debe ser así.

La tapa del libro de Walger recoge el mismo diagrama machista grabado por la historia, pero incorpora las novedades de la época. Reconoce en la presidenta una trayectoria “combativa”, pero al sólo efecto de eliminarla contrastándola con el final del proceso que nos golpea en la cara su verdad: al llegar a la instancia máxima, la protagonista Cristina nos muestra, al fin, su verdadero ser, su alma. Es fashion. El poder mostró su rostro de coqueta desubicada. Por lo tanto, su impronta en la sociedad es declarada nula de nulidad absoluta.

Puede que no le perdonen a CFK ser, en este momento, vértice de un movimiento político que ha incomodado a ciertas estructuras tradicionales de poder. Pero menos le perdonan aún haber llegado y permanecer sin responder a la imagen habitual que se tiene de una mujer en el poder, que incluye, además de una vestimenta “más adecuada” a la política masculina (trajecitos de colores aburridos, pañuelitos al tono, si cabe) un posar de ejecutivo con tortícolis y un pelo con prestancia de gendarme, que no la obligue a ese gesto tan femenino y tan cristino, de retirárselo del rostro cuando dice sus discursos. Angela Merkel, Condoleeza Rice y Michelle Bachelet califican para tapas amigables. O, al menos, para tapas críticas pero políticas.

Esta “señora de acá enfrente”, que machaca con la necesidad de incorporar valor agregado a la producción primaria; que ha tenido la osadía de criticar en la cara a los principales líderes del mundo; que habla con solvencia en la Bolsa de Comercio; esta señora que reivindica la batalla de la Vuelta de Obligado, puede ser fashion sólo en el delirio vaginal de personas como Sylvina Walger. En la chatura púbica de ciertas hembras que desearían poder gritar, algún día: “yo la tengo más larga”.

16 comentarios:

Leno. dijo...

A mi no me gusta Cristina. Pero sinceramente no entiendo quien puede tener tantos problemas psicológicos como para comprarse ese libro. Escrito por una autora que grita a los cuatro vientos que Cristina es peor que Isabelita. ¿Que objetividad puede tener? Un libro escrito con el único fin de difamar. Y principalmente, imaginemos que todo lo que dice el libro sea verdad y que Cristina sea peor que Hitler. ¿Que fin tiene comprarse un libro para hacerte mala sangre? ¿Te faltan argumentos propios y necesitás un libro que diga algo "revelador" así se lo llevas al carnicero y le decís "mirá acá está ves, está en un libro, es mala, tenía razón."

Mario Paulela dijo...

Excelente análisis. Walger padece una obesión enfermiza con Cristina. Estoy seguro de que odia y desprecia aquello que no puede tener.
Saludos

_Ariel_ dijo...

Leno, el deseo del tener el libro es parte de una actitud de la clase media bienpensante. Fijate los desmanes verbales de Elisa Carrio, su mejor exponente. Hay una necesidad de hacerse mala sangre, como forma de indignacion. No hay discusion politica, ni la esperemos de estos sectores.

Mario, y ese odio se concentra en ciertas mujeres. Por eso la publicacion de este libro debia corresponder a una mujer, era inexorable, es decir, fatal.

saludos y gracias por pasar

Norberto dijo...

Y justo ahora tiene que salir TIME con su ranking de las diez mujeres mas poderosas del mundo y con un lugar destacado para la Presi ¡y nadie hace nada!
Abrazos

_Ariel_ dijo...

Obvio, Norberto. Time es otro medio de Spolsky forrado con publicidad oficial que pagan los jubilados.
Esto es un escandalo internacional, diria Solanas.

saludos

Anónimo dijo...

Ariel,

Si te fijás en los comentarios de la nota que apareció en La Nación sobre el ranking de Time y la ubicación de la presidenta en él, vas a ver que unos cuantos descerebrados dicen que "el gobierno le pagó a Time esa nota".

Esto confirma algo que vengo sosteniendo desde hace rato: cuanto más opositor sos, menor es tu coeficiente intelectual.

Lo he comprobado en muchas ocasiones con personas diferentes. Por ejemplo, alguien que compra un libro para leer sobre "la cachetada que Néstor le pegó a Cristina" sin preguntarse si será ciero o no, o de qué manera la autora logró el dato, no debe tener un IQ muy desarrollado.

Saludos.

espifanía dijo...

Otro libro-cacerola, como bien los definió JP Feinman.

Increíble lo generoso que puede ser este país, escribiendo basuras como este libro, algunos se llenan de guita. Y encima se quejan...

_Ariel_ dijo...

Alex, a veces pienso que son todos pendex los que opinan ese tipo de cosas. Pero despues descubro que los pendex no son tan marmotas.

Martin, con este y el de Majul tenemos la cuota de espanto cubierta, no? o apareceran mas de este tipo??? se viene el de Eliaschev sobre las intimidades de Guillermo Moreno?

Julio César dijo...

De libros superfluos está bastante plagada la literatura de medio pelo. Recordemos que Arturo Jauretche, en "El medio pelo..." analizaba, y muy bien por cierto, bajo el título "una escritora de medio pelo para lectores de medio pelo" refiriéndose al libro de Beatriz Guido "El incendio y las vísperas" (centralizado en el incendio al Jockey Club). Bueno, tal vez el escrito de Walger pase a integrar los anaqueles de tilinguería y sea otra muestra más de la estructura tan de clase media argentina que gusta practicar el deporte de escupir para arriba o cagar haciendo la vertical.

Anónimo dijo...

este libro es una herramienta necesaria, fundamental, de inconmensurable valor, para poder reconocer mucho más rápido a los pelotudos que conviven en la misma tierra que nosotros...

_Ariel_ dijo...

Julio, igual esta Walger no le llega ni a los talones a la intelectualidad diestra de la Sarlo. Sí estan parejitas en ciertos odios.

Anonimo, otra forma de reconocerlos es dejarlos hablar!

saludos

musidora dijo...

Coincido con el análisis, pero te confieso que me molesta un poco que feminices tanto el tipo de crítica que hace Walger. No es delirio vaginal, es ideología.

NoSomosTibios- NST- un grupo de amigos muy calientes dijo...

Excelente análisis. Yo, insisto con que la Walger quiere cojerse a Cristina. Demasiado deseo puesto ahí. Pobre Walger, qué desastre esa mujer. Además es tan pero tan fea que ni ella se soporta

_Ariel_ dijo...

Julio, perdon ni me fije de que beatriz hablabas, y un amigo hinchaquinotos, de esos que nunca faltan, me lo hizo notar. Eso me pasa por no leer a ninguna Beatriz. Y por tener este tipo de amigos. je

Musidora, entiendo el punto pero en este caso preciso hay mucho ADN machista y visceral y por eso quise hacer el post con ese tono tan feminoide. Siempre trato de esquivar ese tipo de miradas, pero en este caso, es alevoso, de divan. Estoy absolutamente persuadido, diria Alfonso.

Y un consejo (aclarando que me podes mandar al cuerno por el solo hecho de dartelo): no te molestes, porque todavia hay mucho odio machista en mujeres medio pelo hacia una mujer peronista. No es la primera vez que una peroncha lo sufre. Es en todo caso, un agregado innecesario a la mirada ideologica/politica de parte de una periodista.

Volve a mirar la tapa del libro, mira el texto y sobre todo la foto en ese contexto. Es un ataque a los ovarios.

Me hizo acordar al cartel de "conchuda andate con chavez" (o algo asi) que sostenian un par de mujeres durante un cacerolazo.

Si fuera solamente "ideologia", la tapa podria haber sido otra. Y en especial, podrian haber sido otros los "avances" del libro que se dieron a la prensa como promocion.

¿que el fin de los fines es politico? no hay duda, siempre es asi cuando escribe un periodista.

Nosomostibios: no se bien lo que quiere Walger, pero no tengo dudas de que no quiere que Cristina logre lo que logra sin dejar de ser mina.

Cuando las minas muy minas (CFK lo es) obtienen logros, pasan a ser consideradas yeguas.

Y si, tal vez la fealdad de Walger tenga algo que ver, no lo se. Creo que molesta que CFK este bien, quiera verse bien, y que varios dirigentes de afuera y de adentro, la vean también como mujer, como mina.

saludos y gracias por pasar.
lindo tema para opinar

Julio César dijo...

coincido con lo que sería un corolario lógico de lo expuesto por Ariel en que el machismo más recalcitrante parte de mujeres. Muchas madres y abuelas a través de insidiosos comentarios sobre mujeres inculcaban en sus hijos/as el odio a la condición femenina. Yo creo que las mas bravas machistas y "odiantes" de mujeres son otras mujeres. Pero el tema me supera, no soy especialista en psiquis humana.

Anónimo dijo...

Comparto sólo una parte de lo escrito por Sylvina Walger; y reflexiono acerca de lo interesante que resulta leer algunas cosas un tiempo después.
La nota es más larga (http://www.elargentino.com/nota-109589-medios-142-Amargo-fashion.html), pero esta parte que les pego me parece la más jugosa.

Las conclusiones que las saque cada uno...

Un abrazo, Fer



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Por Sylvina Walger
Amargo fashion
13-10-2010 / Contraeditorial

"No hay que ser adivino para intuir que al matrimonio le queda poco tiempo de vida política. Es un hecho que el pueblo no los quiere, algo que se vio con claridad cuando a Néstor lo operaron de la carótida. Como en su momento escribió el sociólogo Eduardo Fidanza, director de la consultora Poliarquía: “El problema de los K no son los medios de comunicación. El déficit está en otra parte. Es la ausencia de afecto, el nervio que articula la lógica populista”. Fidanza pone como ejemplo a dos líderes también controvertidos, Hugo Chávez y Evo Morales, y señala que a ellos eso no les ocurre: “Hay una parte del pueblo que los quiere”...