27/3/09

Interferencias en el debate


Clarín está operando terriblemente para marcar el camino de lo que será el debate por la nueva ley de medios, impulsada por el gobierno. En esta constante presión que ejerce sobre la dirigencia política, recurre a cualquier hecho que pueda bastardear el debate. La sugerencia, rápidamente recogida por el resto de los grupos mediáticos, de que las interferencias a sus señales televisivas y radiales están ligadas al debate ya iniciado, pueden parecer burdas, pero tiene su eficacia en sectores políticos amigos. Desde una absoluta ignorancia sobre el tema es evidente que estos dirigentes están necesitando mejores fundamentos para oponerse al proyecto, y es el mismo interesado quien se los acerca. Y periódicamente les acercará más.

A las interferencias (cuyo proceso informativo enmarañado y confuso le resulta a los medios -como siempre- mucho más eficaz que la investigación misma), Clarín le ha sumado una nueva cantinela: la multiplicidad de voces, puede ser contraproducente para la libertad de expresión. O sea: democratizar el acceso a las licencias y no permitir monopolios, atenta contra la libertad de prensa.

Es una idea engañosa, escondida detrás de una fachada que se pretende lógica. El periodista todo terreno de los empresarios, Alfredo Leuco, ya se subió al carro del grupo: “con la excusa de combatir los monopolios pueden utilizar la nueva ley para que Argentina tenga muchos medios chicos que puedan ser fácilmente dominados por el Gobierno. Todos los países tienen 4 o 5 jugadores mediáticos dominantes y no monopólicos que tienen espaldas suficientes para enfrentar censuras del gobierno de turno o de las empresas.”

Otro que también aporta sobre lo mismo es Gabriel Bouzat, ex presidente de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, quien dice (de la mano del grupo) que “si se tiende a medios muy pequeños y débiles económicamente, esto puede ser perjudicial para la libertad de expresión". En la medida que se limite "la escala de los medios, pueden ser llevados a una situación en que pierdan la independencia económica y editorial"

La fantochada es interesante. Está bien pensada para la gilada, pero cae con unas pocas lecturas de la propuesta de ley… y de la historia.

¿Los medios pequeños renuncian a su línea editorial por sobrevivir? Si algo demuestra la historia es que Clarín (el Gran Diario Argentino, no el “Pequeño Diario Argentino”) nunca necesitó ser chiquito para someter permanentemente su línea editorial (como una suerte de Manual de Estilo de su conducta política) al juego de sus negocios con todas, absolutamente todas, las administraciones públicas. Incluso las de facto.

Y, por el contrario, se pueden nombrar decenas de ejemplos de diarios del interior que han sido feroces opositores a sus gobiernos locales, sin dejar de hacer negocios privados y públicos. Y siguen vivitos, coleando, negociando, ganando, perdiendo, aplaudiendo y criticando.

Lo que no dicen ni Alfredo Leuco ni Clarín ni Bouzat, es que la línea editorial de un medio, desde hace unos años pasó a ser prenda de negocio, precisamente por la incursión en la prensa de empresarios que ven en la difusión de noticias (y por lo tanto en lo que ellos llaman “la libertad de prensa”) la oportunidad de traficar intereses personales o sectoriales, mientras hacen dinero.

Y es por esta triste realidad que es imprescindible evitar lo que están pidiendo los leucos y los clarines. (Que, sospecho, tal vez sea lo que empiecen a solicitar, con la excusa de la crisis, algunos legisladores).

La propuesta de ley, con todas sus imperfecciones y puntos débiles, ni siquiera niega la posibilidad de hacer negocio con la prensa, y hasta admite cierta concentración que en otros países no se permite.

Decir que atenta contra la libertad de prensa porque le permite a Clarín quedarse con todos sus diarios y radios y con la mayoría de sus señales de televisión, y sólo lo obliga a resignar una parte del mercado televisivo en favor de la incursión de nuevos protagonistas, es una jugada mediocre y mentirosa, que sólo puede ser defendida por periodistas muy bien sedados por los sueldos que se abonan en la Gran Prensa, quienes antes de decir algo en contra de alguno de los intereses de los empresarios que coparon los medios, se cortan la lengua.

2 comentarios:

LeoAbsurdo dijo...

Van por todo. Lo de Leuco no se puede creer. QUé manera de darse vuelta como una media este cordobés amargado

_Ariel_ dijo...

Plata, Leo. Plata.
En esos niveles, creo que casi todo se reduce a eso: plata.

El dinero que cobran los principales periodistas hace que no toquen nada de lo que los rodea.

A la vergüenza la transforman en un cosquilleo que dominan facilmente, con el tiempo se acostumbran.

Saludos