5/7/11

Eterno conductor de parcialidades


Carlos Verna se bajó de un lugar al que nunca se subió. Su renuncia a ser candidato a gobernador por segunda vez, luego de su gestión 2003-2007, es el autógrafo que le pone a una forma de hacer política reñida con los principios elementales de la política. Y con varias de las características principales del peronismo.

Hay que mirar hacia atrás para advertir que el paso del vernismo por el Partido Justicialista ha dejado más heridos adentro que afuera. Se advierte un modo, una impronta en el vernismo que está íntimamente ligada a las conductas de su líder.

Y no es intención analizar la moralidad de Vernas, Marines o similares. De eso que se encargue el periodismo serio, que le sale bien. Es más bonita la política.

Verna es un gestor de raza. Hay que escuchar a algunos de sus ex funcionarios para saber reconocer su capacidad para habilitar, en tiempo y forma (es decir con rapidez y con plata) proyectos en distintas áreas de gobierno. Hay que escuchar a los actuales funcionarios, de menor y mediano rango, cómo les está yendo con Jorge. La diferencia es enorme, y se nota en la provincia.

Pero Verna ha demostrado estar lejos de ser un líder capaz de contener bajo su mandato las habituales y LEGITIMAS disputas internas. En un movimiento como el peronismo, sentirse agobiado por las pretensiones de dirigentes territoriales de otras líneas es, además de inútil, una pérdida del sentido de la ubicación. Si sos el líder, si sos el gobernador, si sos el candidato, contené, hablá, decí lo que pensás. Y sobre todo, decí lo que te molesta.

Pero no. Verna prefiere ser un eterno conductor de parcialidades. O tal vez sólo le salga así. Su sorpresivo ofrecimiento, el año pasado, de la presidencia del PJ provincial a Marín, se enmarca en una conducta.

No es un detalle menor, porque esta incapacidad o desgano en erigirse como la síntesis de las distintas corrientes internas (aunque sea en tiempos de campaña), conlleva a que los militantes más activos caigan en una costumbre muy particular: odian más a los de adentro que a los de afuera, porque desde arriba no imponen límites a unos y otros.

Desde hace unos años, se viene advirtiendo en algunos dirigentes de la Plural (línea interna del vernismo), una voracidad en sus declaraciones públicas que los asemeja a otras expresiones políticas. Han logrado que el peronismo provincial disfrute (y se desgaste) más en las elecciones internas que en las generales.

Sí, se sabe. Marín es esto, es lo otro, es todo lo que quieran. Pero hablemos de política. Por ejemplo: tuvo durante años (décadas) bajo su ala a un tipo complicadísimo como Juan Carlos Tierno, al que siempre cobijó pero nunca dio aire para el despegue político.

Verna, como gobernador, lo ungió con un ministerio poderoso (el de Gobierno) que le sirvió en bandeja una exposición mediática y un accionar administrativo/político tremendo. Esto lo empujó hacia su candidatura a intendente de Santa Rosa y a una gestión brutalmente anti-política que le hizo perder al peronismo, por primera vez en décadas, la conducción de la capital en manos de una alianza opositora.

No se trata de hacer responsable a un sector de una derrota que es más bien responsabilidad de varios, condimentada con la pimienta que le impuso el carácter reaccionario de un dirigente como Tierno en una ciudad capitalina, es decir permeable a pedidos de republicanismo en sus gobernantes.

Pero bajo el lema “la responsabilidad es de todos”, se nos puede llegar a escapar el análisis de esta impronta que ha dejado Verna en el proceso político pampeano. Su renuncia a una candidatura negociada con Marín, es el reflejo de una forma de conducción.

Hizo con el papelito de su renuncia lo mismo que hizo con el papelito donde estaban los candidatos a diputados nacionales negociados con el marinismo.

La historia del papelito

Dice La Arena:

Verna explicó que en la sesión del 1º de junio le pidió a su par Fernández que coordine una nueva reunión con la presidenta para definir los nombres de los diputados nacionales. El senador Fernández le comunicó a Carlos Verna que la presidenta lo esperaba el 22 de junio en su despacho pero el encuentro se frustró. Verna tenía planeado un viaje familiar por el norte del país, para visitar Salta y Jujuy desde el 20 de junio.

Verna dijo que le pasó los nombres de los candidatos a diputados nacionales al senador Fernández el 15 de junio para que se los traslade a la presidencia. Y dio los fundamentos para sostener la candidatura del vicegobernador, Luis Campo, a la Cámara Baja como la persona que tenía el aval de las líneas mayoritarias del peronismo provincial. Pero desde el Ejecutivo Nacional se mantenía otra idea.


Fernández tomó nota de los nombres y le dijo a Verna que "por ahí la presidenta hace alguna observación". Y que se comunicarían con él. Según el senador pampeano recibió un llamado el sábado, cuando aún estaba en el norte del país. La comunicación telefónica llegó desde uno de los despachos de la Presidencia de la Nación, más precisamente de la secretaría Legal y Técnica que controla Carlos Zannini. Esa tarde, del 25 de junio, el funcionario kirchnerista le pasó los nombres de los candidatos que la presidenta proponía, María Luz Alonso y Silvia Bersanelli.


Ahora nos enteramos que ese papelito se lo podría haber entregado Verna personalmente a Cristina, en una reunión que la presidenta le concedió para el día 22. Pero, ay, justo en esos días (nada importantes…. apenas los días más decisivos en la conformación de alianzas y boletas) Verna se iba de vacaciones a lugares donde al parecer aún no han llegado líneas aéreas que le permitan aunque sea un viajecito relámpago hasta la Casa Rosada para hablar con esta dirigente de nombre Cristina.

Y esta dirigente, de nombre Cristina, cuando por fin puede ver el listado (el mismo que Verna no le entregó personalmente para no dar pie a negociaciones), llama por teléfono al responsable para decirle desubicaciones del tipo: “¿qué te parece si hablamos sobre esta lista eh..?”

La historia de su renuncia:

Dice La Arena : Verna dijo que el domingo 26 de junio preparó un escrito con sus abogados donde quedó redactada la renuncia y certificó la firma en una sede policial de General Pico. Ayer lunes la elevó a la Junta Electoral. El senador agregó que en si ganaba la gobernación no se podía gestionar "en desconfianza" y temía por algún tipo de retención de fondos o transferencias que terminen afectando la gobernabilidad de la provincia.

Pero los pampeanos (incluidos los vernistas) se enteran de la renuncia 10 días después.
¿Qué tipo de conducción política es esta? ¿Cómo se sentirá hoy un militante vernista? Y lo que es más trascendente para el futuro de ese sector: ¿cómo se sentirá en las próximas campañas? Toda renuncia es un acto político con consecuencias para el renunciante y para sus dirigidos. Que se sepa, las renuncias no pagan. Pregúntenle al Chacho.

La “defección“ de Verna, o mejor dicho, la forma en que Verna hace política, jugando a un recurrente juego de escondidas que lo asemeja más a Reutemann que a cualquier otro dirigente nacional, puede poner al peronismo, una vez más, al borde de una derrota electoral de las que más duelen.

Los dirigentes del peronismo provincial y líderes de todas sus corrientes internas, van a tener que resolver este engendro apelando a una herramienta que suele dar resultados más agradables: la política pública, a la vista de todos los dirigidos.

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