Muchos futbolistas profesionales, sobre todo los que juegan en clubes grandes, “operan” durante el desarrollo de un partido en torno a las decisiones, pasadas y futuras, del árbitro. Esto es viejo como las montañas.
Un árbitro cobra penal, los 22 jugadores de la cancha saben que lo fue, pero uno o dos jugadores del equipo sancionado, así como el DT desde el banco, protestan a grito pelado el fallo que saben correcto. Montan una actuación que a los ojos del aficionado en cancha puede llegar a estar bien. Desde la tribuna, a 50 metros de la jugada, hay más chances de darle la diestra al jugador de nuestro equipo que defiende, con esa bronca, nuestro interés ante un fallo que considera injusto.
El hincha que lo mira por tv, tecnología mediante, sabe que el juez tiene razón. Como lo sabe el capitán y el DT. Pero hay que protestar, para que la próxima jugada dudosa, el juez no tenga la cabeza fresca; que sienta culpa, temor, presión o lo que sea. Que no cobre, en la próxima, livianamente, rápidamente, en contra del mismo equipo. El que no llora, no mama. El penal fue bien cobrado, pero hay que patalear, para que no cobre el próximo. La estrategia suele dar buenos resultados. Creer que con la Corte Suprema se puede hacer lo mismo, sin pagar costos ante los que la miran por tv, es un error.
El fallo de la CSJ sobre el amparo presentado por Clarín era previsible porque era lógico, en un país erigido sobre
“este” derecho y no sobre el canadiense, el árabe, el chino o el cubano. Es verdad, da bronca que un Grupo que ya se llenó la panza durante décadas a costillas de los pequeños medios, ahora reciba este beneficio que le va a permitir deshacerse de ciertas licencias manejando sus tiempos. Pero si esta batalla judicial ya fue perdida, ¿por qué bastardear la política arremetiendo contra una Corte que falló por unanimidad?
La ley de medios es un enorme paso adelante en la democracia argentina. Subordinar toda su riqueza a la modificación de los plazos de desinversión es no sólo un gran error político sino también un desperdicio. Yo también quiero que Clarín no tenga más licencias que cualquier otro medio que cumpla con la ley, pero se sabe que la cantidad de licencias de las que (por ahora) dispone, no son una limitante para el otorgamiento de otras. Además, y por sobre todas las cosas, sabemos con absoluta certeza que Clarín podrá tener esas licencias un tiempo más, pero ha perdido su poder de fuego. Tiene muchas armas pero las carga con arena. Jode, pero ya no hiere como antes.
Ahora bien, si aceptamos (porque obtusos no somos, no?) que el fallo de la Corte no es una abominación judicial, ¿no estaría bueno superar a Clarín? El mismo fallo permite ver más allá, ver que detrás del Grupo Clarín hay una ley perfectamente constitucional que fue, es y será un logro enorme de la gestión de CFK. Porque buenas intenciones tuvieron varios, pero fue CFK,
posible candidata para el 2011, la que se bancó los palos.
Y menciono lo de
“posible candidata” para el 2011, porque empiezo a sospechar que si llegamos a mediados del año que viene puteándonos con Clarín, la Corte y cualquiera que no nos de un pase como nosotros queremos, vamos a terminar jugando entre nosotros. Y eso, a la larga, aburre.
“La ley está”, dice el fallo.
“La base está”, diría el Bambino. Sólo falta que paremos la pelota, levantemos la cabeza y salgamos jugando.